Esclerosis Múltiple

La Esclerosis Múltiple (EM) es una enfermedad crónica y degenerativa del sistema nervioso central (SNC) que se caracteriza por la aparición de áreas de desmielinización* en el encéfalo y en la médula espinal.

La EM afecta a 2,4 millones de personas en todo el mundo y a más de 45.000 en España

*[Las neuronas son las células específicas del sistema nervioso. Existen dos tipos de neuronas, las aferentes, cuya función es captar información del medio y transmitirla al cerebro, donde se procesa y se genera una respuesta que llegará a los tejidos a través de otra neurona conductora, las neuronas eferentes. Las neuronas están formadas por: dendritas (zona de recepción de estímulos), un cuerpo, y el axón que propaga los impulsos nerviosos hacia otra neurona. La mielina es una sustancia formada por proteínas y grasas que recubre los axones, y actúa aumentando la velocidad de transmisión de los impulsos nerviosos. La desmielinización interrumpe la conducción de los impulsos desde y hacia el cerebro. Este hecho produce la aparición de determinados síntomas en función del área del SNC afectada, por ejemplo: dificultad para articular las palabras, alteración de la sensibilidad cutánea, trastornos del movimiento…].

La causa de esta patología es desconocida, sin embargo, se sabe que guarda relación con el sistema inmunológico. El sistema inmune es el encargado de defendernos de agresiones externas como virus, bacterias… En ocasiones identifica a nuestro propio cuerpo como extraño y lo ataca, dando lugar a las enfermedades autoinmunes. En el caso de la EM, se lesiona la mielina, lo cual genera un tejido escleroso y duro, parecido a una cicatriz en varias zonas del encéfalo y de la médula.

El diagnóstico de la EM es fundamentalmente clínico, a través de la historia clínica. También se realizan estudios del líquido cefalorraquídeo y pruebas de imagen como la resonancia magnética.

Los síntomas varían de una persona a otra según el tipo de EM, según la etapa en la que se encuentre cada individuo, de la zona del sistema nervioso y de la severidad con que haya sido afectada. Algunos de ellos son los siguientes: espasmos musculares, alteración de la coordinación y del equilibrio, temblor, debilidad muscular, hormigueo, ardor en brazos y piernas, mareos, disminución de la capacidad de atención, dificultad en el habla y para tragar, pérdida de agudeza visual, visión doble, estreñimiento, incontinencia urinaria, depresión, fatiga…

Todavía no se dispone de un tratamiento curativo para la EM, por lo que los esfuerzos terapéuticos van encaminados a mejorar la calidad de vida. La fisioterapia es fundamental para las personas afectadas con EM. Los principales objetivos que se plantea el profesional de la fisioterapia son: mantenimiento del rango articular así como de la fuerza muscular, prevención de disfunciones del patrón intestinal y vesical, optimización de la capacidad pulmonar y disminución de la incidencias de úlceras por presión entre otros. Todas estas acciones van encaminadas a disminuir la progresión de la discapacidad, prolongando de este modo, la autonomía de la persona.

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